el que no busca no encuentra...

jueves, 26 de noviembre de 2009

Shhh...esto es magia.

Silencio. Únicamente tu respiración, la mía, y el crujir de una espuma con aroma a nosotros.
Ésta crece sobre el agua caliente, bajo la que pueden suceder cosas extraordinarias.

Luz. Pero tan sólo la ténue lumbre que nace de unas velas, cuyas llamas se contornean de una manera que hace aún más especial si cabe un momento como este.

Tu cuerpo. Muy, muy cerca del mío...y esa gotita que tiene el valor de deslizarse por el perfil de tu nariz. Tu boca cerca de mi boca, y unos ojos brillantes se clavan en mi. Dilatadas pupilas que intentan adaptarse a tan mágico momento.

Mis dedos se atreven a recorrer tu pecho sin saber si estarán a la altura de poder tocarte, y se deslizan suavemente acompañados de gotitas que los siguen mientras se van sumergiendo...
y la sensualidad y la tensión hacen acto de presencia, y disfruto como nunca de darte ese placer que te provoca esa respiración que hace que mi corazón se acelere.

Y tan sólo el hecho de sentir como te contraes de gozo, y tan sólo escuchar tu respiración agitada que contagia a la mía, se revolucionan todos mis sentidos e incluso la noción del tiempo brilla por su ausencia, desvaneciéndose con ella las horas e ilimitando así este disfrute.

Tus caricias enloquecen mi mente y tus manos traviesas consiguen que toque el cielo con la punta de los dedos... y cuando por fin estás dentro de mi...te siento más mío que nunca...
y me acercas a ti con una ímpetu que no parece ser humana, y despiertas en mi un instito salvaje con el que los dos disfrutamos...apasionadamente.

Pasión. Se materializa en tus ganas de hacerme tuya, una locura descontrolada se apodera de nosotros, y tus besos parecen no ser de este mundo...y tu aliento entrecortado me excita como nunca antes había experimentado...y de repente, los dos saboreamos el éxtasis que sólo un amor como el nuestro puede segregar...

Una relajación indescriptible acude en ese momento invadiéndonos por completo, y me acerco a tu oído...y con un tono dulce, te susurro que te amo y que siempre estaré contigo, a lo que tu me respondes sin necesidad de palabra alguna con un beso y una sonrisa propia de un ángel caído de ese cielo en el que acabamos de estar.



30-X-09

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